Una nueva versión de Lali brilló este fin de semana en Vélez

Este fin de semana, Lali Espósito llenó, no una, sino dos veces, el Estadio Vélez Sársfield. El enunciado, si lo acompañás con nombres de artistas de esta talla, parece no impactar tanto como hasta hace unos años, cuando era realmente una novedad. Sin embargo, la artista que se subió este sábado y domingo a ese escenario y cantó para 90 mil personas no está cerca de ser la misma que lo hizo hace tan solo dos años y dos meses atrás.

El poder 'del boca a boca' y la viralización generaron que el famoso 'FOMO' entre la gente, convirtiendo la era "Disciplina" y el famoso "Chape Tour" en una experiencia que nadie quería perderse. Después de los Luna Park, Lali se vio prácticamente obligada a soltar fechas en recintos más grandes, y al agotarlos en tiempos récords, debió lanzar localidades para el Vélez casi de 'sopetón'.

En marzo de 2023, a semanas de lanzar un nuevo disco y comenzar una nueva etapa conceptual en su carrera, se enfrentó a las 45 mil que eligieron ir a verla y les demostró que el impacto viral no era exagerado: el show, y por sobre todo, su presencia escénica, lo respaldaba con creces.

La Lali que este finde protagonizó una doble fecha en Buenos Aires —y que repetirá el 6 de septiembre, mientras encara, además, una gira internacional— esta vez llegó a Vélez con una convocatoria que ya no depende de la curiosidad. Su público creció, se afianzó y la elige con decisión.

“Quería hacer un show con nuestra identidad y los escucho con la pasión y la emoción con la que cantan y siento que es una misión cumplida. En Argentina estas cosas pasan porque tenemos unos huevos enormes y porque tenemos el mejor público del mundo", dijo parada sobre la tarima y está logrado por demás.

No se trata ya de evocar a las grandes divas del pop internacional, sino de iluminar algo mucho más nuestro. Algo que no siempre se nombra cuando se habla de “identidad argentina”, pero que existe, vibra y resiste: la estética del rave, las fiestas queer, el brillo desbordado, las guitarras sucias con furia contenida, la exageración como forma de expresión y la desinhibición como derecho.

Todo eso que pasa desapercibido, que fue ocultado, olvidado o directamente marginado, encuentra en ese momento su lugar, su escenario y su grito. Lali no solo lo visibiliza: lo celebra, lo eleva y en muchos casos, le dice al que mira desde abajo que no, no está solo.

Al rejunte de decisiones artísticas que marcaron un nuevo horizonte, se suman también las más combativas. Ya no es la Lali del boca a boca, ni la diva pop que todos celebraban sin cuestionar. Hoy, a diferencia de aquel otro Vélez, es una Lali con detractores, con voces que la atacan desde lugares que exceden lo artístico. Y aun así, se sube. Y responde con arte.

Por Camila Estraviz