Sociedad
“Dios mío, ¿qué hemos hecho?”: las palabras después de la bomba atómica
El 6 y el 9 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó sobre Japón las dos únicas bombas atómicas que se utilizaron durante una guerra. Primero en la ciudad de Hiroshima y tres días después en Nagasaki.
Los ataques nucleares marcaron el fin de la Segunda Guerra Mundial y dejaron dos ciudades arrasadas con decenas de miles de muertos. Tanto daño marcó un antes y un después en la historia de la humanidad.
El origen de las bombas
Albert Einstein formuló en 1905 la ecuación que 40 años más tarde serviría de base teórica para fabricar la bomba. En 1939 él y su compañero físico Leo Szilard descubrieron el terrible potencial destructivo del uranio con el cual estaban experimentando los alemanes, por lo que los científicos decidieron enviarle una carta al entonces presidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt para advertirle.
"Un trabajo reciente de E. Fermi y L. Szilard, que me ha sido comunicado en un manuscrito, me lleva a creer que el elemento uranio puede ser convertido en una nueva e importante fuente de energía en el futuro inmediato. Ciertos aspectos de la situación que ha resultado parecen requerir vigilancia y de ser necesario, una pronta acción por parte de la Administración", decía parte de la carta escrita por Einstein publicada por El Historiador.
Alemania no logró ningún avance sustancial en materia nuclear y Estados Unidos sí. Las bombas atómicas que se lanzaron en Japón fueron desarrolladas por Estados Unidos con ayuda de Reino Unido y Canadá, en lo que se llamó el Proyecto Manhattan y el presidente estadounidense, Harry S. Truman, fue quien dio la orden de realizar los ataques.
En 1954, cinco meses antes de morir, Albert Einstein quien se consideraba un pacifista y nunca quiso que la bomba se lanzara, le dijo a un amigo: “He cometido un gran error en mi vida: firmar esa carta”.
Bombardeo a Hiroshima
El 6 de agosto de 1945 la bomba Little Boy fue arrojada a las 08:15 horas de Hiroshima desde el avión bombardero bautizado Enola Gay. Alcanzó en 55 segundos la altura determinada para su explosión, aproximadamente 600 metros sobre la ciudad.
Según explica la BBB Little Boy llevaba una carga de 64 kilos de Uranio 235, de los que se calcula que solo se fisionó cerca del 1,4%. La explosión tuvo la fuerza equivalente a 15.000 toneladas de TNT (a modo de referencia, solo un kilo de TNT puede ser suficiente para destruir un auto).

La explosión generó una ola de calor de más de 4.000 °C en un radio de aproximadamente 4,5 km. Se estima que entre 50.000 y 100.000 personas murieron el día de la explosión.
La ciudad quedó devastada en un área de 10 km2. La explosión se sintió a más de 60 km de distancia. Dos tercios de los edificios de la ciudad, unos 60.000, quedaron reducidos a escombros.
Mientras el Enola Gay se alejaba de la ciudad, el capitán Robert Lewis, copiloto del bombardero, expresó: “Dios mío, ¿qué hemos hecho?”.

Bombardeo a Nagasaki
Después del bombardeo de Hiroshima, el presidente Truman anunció: “Si no aceptan nuestros términos, pueden esperar una lluvia de destrucción desde el aire, algo nunca visto sobre esta tierra”. Japón no se rindió y como consecuencia, Estados Unidos decidió atacar nuevamente.
El 9 de agosto de 1945 el avión bombardero Bockscar, pilotado por el mayor Charles Sweeney, dejó caer la bomba Fat Man, que explotó a 500 metros sobre el suelo.
Fat Man tenía una carga de 6 kilos de plutonio, pero se calcula que solo logró fisionarse 1 kilo. La explosión fue más fuerte que la de Hiroshima, pero el terreno montañoso de Nagasaki, ubicada entre dos valles, limitó el área de destrucción. Murieron entre 28.000 y 49.000 personas el día de la explosión.
En Nagasaki la bomba destruyó un área de 7,7 km2. Cerca del 40% de la ciudad quedó en ruinas. "El lugar se convirtió en un mar de fuego.

Hiroshima y Nagasaki después de los ataques
Aún se desconoce la cifra de cuántas personas murieron a causa de los bombardeos, ya sea por la explosión inmediata o en los meses siguientes debido a las heridas y los efectos de la radiación.
Algunos estudios estiman que para diciembre de 1945 unas 110.000 personas habían muerto en ambas ciudades, mientras que otras investigaciones sugieren que pudieron ser más de 210.000.
Los sobrevivientes de las explosiones sufrieron las consecuencias del intenso calor y de la radiación. Poco tiempo después, muchos desarrollaron cataratas y tumores malignos.
En los 5 años posteriores a los ataques, entre los habitantes de Hiroshima y Nagasaki aumentaron drásticamente los casos de leucemia. Diez años después de los bombardeos, muchos sobrevivientes desarrollaron cáncer de tiroides, de seno y de pulmón a una tasa superior a la normal.